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Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan solo se preocupaba por lo que tenía que comer.

José tenía muy buen físico y era muy atractivo. Después de algún tiempo, la esposa de su patrón empezó a echarle el ojo y le propuso:

―Acuéstate conmigo.

Pero José no quiso saber nada, sino que le contestó:

―Mira, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí.

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